sábado, 22 de septiembre de 2012

El Misterio De La Casa Matusita

El Misterio De La Casa Matusita



Lima como toda ciudad de larga data, historia y tradición, tiene: sus leyendas, mitos y creencias populares. Tanto es asi que; existe un gran misterio sobre una casa que suscita el interés de mas de un habitante capitalino.
Sucede que en la esquina de la Av. España con la Av. Inca Garcilaso de la Vega; existe una casa que es conocida como: “Casa Matusita” Sin que esto tenga nada que ver con las industrias japonesas Matsushita. Lo que ocurre es que en la planta baja de este inmueble, funcionaba una casa comercial que llevaba como nombre el apellido de sus fundadores; unos inmigrantes japoneses, que decidieron abrir sus puertas a finales de los años cuarentas.

En el segundo piso de este edificio; que por cierto, su antigüedad se remonta a los años 1700, aun que su aspecto no lo parezca. Se encuentra un espacio completamente deshabitado, para ser mas exactos; toda la segunda planta.

Las razones son muchísimas y las historias mas aun. Se dice de todo y se cuenta de todo, cada quien a su libre y regalado antojo. Yo me atreviera a decir que se a convertido en la leyenda comodín, Porque se adapta al capricho del narrador.

El lugar se dice estar maldito, se ha encontrado deshabitado, por muchísimos años, sin que mediara explicación lógica alguna. En la década de los sesenta a los setentas, se llego a decir que: como se encontraba frente a la embajada de Los Estados Unidos de Norteamérica; esta había arrendado el lugar, para que nadie lo habitase puesto que representaba un grave riesgo para su seguridad. Cuento que mas de uno acepto por encontrarlo algo lógico, conociendo de que pie cojean los “norteños”
Pero esta versión también se desmorono, cuando dicha entidad se mudo as u nueva sede. La vivienda seguía deshabitada, cosa que fortaleció las leyendas que le atribuían, rodeadas todas ellas de maldiciones, hechizos, conjuros y cuanto hay.

Ha comienzos de los años ochenta, un conocido animador de la televisión limeña, monto un espectáculo, casi de corte circense. Dijo que iba a entrar en la casa, para permanecer en ella, por espacio de siete días, para demostrar que allí no pasaba nada y que si pasaba; el mostraría los videos y grabaciones de lo que ahí aconteciese.
Al cabo de cuatro días, fue “sacado” del lugar de manera aparatosa y conducido a un hospital, ya que presentaba signos de alteraciones mentales. Se dice que permaneció internado por espacio de “trece” meses y al ser dado de alta: ya no era la misma persona, puesto que su comportamiento no era el de una persona normal.
Lo cierto es que todo fue un montaje. Loco fue siempre y normal no parecía. Debo decir que fue mi vecino por un tiempo y la verdad es que...

Parece ser que aquella historia, que permaneció vigente por muchísimas décadas, se ha ido desvaneciendo con el pasar de los años, puesto que hoy en día es una casona remozada y esta ocupada en sus dos plantas. Al parecer, los “espíritus malignos” se han visto obligados a mudarse a otros barrios, menos ruidosos para lograr su tan ansiada paz eterna.

La razón por la que estuvo deshabitada tantos años aquella casa, obedece a una disputa judicial, entre los hermanos Andrade Fernandez, propietarios de dicho inmueble. Caso muy común, que se repite en la mayoría de inmuebles de la vieja y querida Lima.

Me hubiese gustado haber podido satisfacer mi natural morbo, con un final menos drástico y realista, pero también, me gusta velar por la salud emocional y racional de mis vecinos.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Estas Pàl Gato


Hasta en nuestros días, solemos escuchar este dicho: estas pa`l gato y si nos ponemos pensar; no sabemos de donde viene, como muchas otras cosas que son parte de nuestra cultura, pero se pierden en el largo callejón del tiempo.
Sucede que: en esa Lima de fines de la época colonial y la de principios de la república; existía un doctor de apellido Gato que a su vez era propietario de una botica, la misma que llevaba como nombre nada mas ni nada menos, que el de su apellido (Botica del Gato)
Curiosamente, la cuadra en donde se encontraba el establecimiento también fue denominada calle del gato, por el saber popular, quedándose con ese nombre de manera permanente y usual. Esta cuadra era la cuarta del Jirón Azangaro.

Como es bien sabido, en aquellos tiempos, las boticas y los boticarios, eran los encargados de preparar y dosificar la mayoría de los medicamentos que la gente necesitara para aliviar sus males. Solían existir, mas boticarios que médicos.

De ahí que; cuando alguien estaba aquejado de algún mal, por simple o complicado que este fuese; la gente solía decirle: ¡Estas pàl gato! En referencia a la botica en donde deberia ir para curar sus males.