sábado, 30 de junio de 2012

Sobre Las Vias Del Tiempo


PLUMA Y DATA
Plumay_data@hotmail.com

SOBRE LAS VIAS DEL TIEMPO….




Lima se ha caracterizado por ser una ciudad de tradiciones y de emblemáticos recuerdos. Unos presentes como: los balcones, las iglesias, la quinta presa, plazuelas coloniales, barrios como el Rímac o Barrios Altos, las Tapadas, los pregoneros, los farolitos, las casonas de renombre con sus historias y leyendas, etc. Pero en toda esta larga lista de sellos limeños, chalacos y de extramuros: no podíamos olvidarnos del famoso tranvía, que fuera parte de una época y que fue aniquilado, por la esencia misma de la incapacidad y la falta de amor por lo nuestro, por parte de las autoridades que nunca han sabido conservar y cuidar los baluartes de la historia. Es mejor convivir con la historia que contarla y lamentablemente cada día tenemos mas que contar y menos que ver, salvo como se van extinguiendo las pocas cosas que nos quedan, sin que nadie haga nada por evitarlo.
Desde el año 1878, Lima ya contaba con un servicio de tranvías, que consistía en: un coche tirado por caballos pero que rodaba sobre unos rieles de metal. Luego en el año 1904, se inaugura el servicio de tranvías eléctricos, los mismos que dieran paso a una nueva página de nuestra historia y se convirtieran en parte de nuestro paisaje urbano, aportando también lo suyo en lo que ha orden y descontaminación se refieren.
Los tranvías fueron el medio de transporte popular, de la Lima de antaño. En un desafortunado comentario que leí hace un tiempo. Un poco informado paisano decía que: los tranvías eran las combis de ahora. Algo tan lejano de la realidad, pues estos vehículos transitaban sobre rieles y a una velocidad que no excedía los cuarenta kilómetros por hora y por el hecho de rodar sobre una vía fija; no podía hacer maniobras temerarias. Por su sistema de propulsión eléctrica, tampoco eran capaces de contaminar el medio ambiente y por lo tanto en aquella época; se respiraba un aire menos viciado que el que se respira hoy.
Los tranvías, lejos de ser un simple medio de transporte, pasaron ha ser parte de la ciudad. Otorgándole un aire romántico y pintoresco en donde las anécdotas y las historias cotidianas estaban a la orden del día. Hermoso sonido, aquel que anunciaba su presencia, un sonido eléctrico que imitaba el sonar de una campana, sin tono agresivo o amenazante, como los que escuchamos ahora.
El tranvía. Recorría la ciudad de sur a norte y de este a oeste, llevando y trayendo ilusiones, regalando un camino calmo y sereno a lo largo de su trayecto, respetando a la naturaleza. Unas veces besando las playas chalacas y otras acariciando las entrañas del Morro Solar de Chorrillos, atravesando el túnel de la herradura, construido especialmente para el.. Otra veces, de visita por la casa de la Perricholi, en el Rímac y también rompiendo el silencio de la noche con suave caricia por las callejuelas de los Barrios Altos como una brisa leve con aroma de jazmín arrancado a su paso de alguna casona vetusta, susurrando al viento llevando y trayendo, un mendrugo de la historia en cada ir y venir, como queriendo hacer vivir aquello que de apoco comienza ha morir. Más que una maquina, era un personaje medio real y media leyenda que tenía el alma de hierro y madera y el corazón hecho de ilusión. La misma ilusión de una chica esperando al ser amado en la ventana de su casa, afinando el oído y la vista para escuchar la mágica campanita y el retumbar de las ruedas del tranvía que traía a sus brazos al amor de sus amores en visita oficial, un domingo por la tarde, en algún lugar de las apacibles calles de…….Quien sabe donde.
A mis diez años de edad, ya practicaba el emocionante deporte de la “gorra”, que en buen cristiano quiere decir que: era un gorrero empedernido, que esperaba que el coche estuviera en marcha para emprender la carrera y colgarme del estribo, del faro o de donde sea y comenzar mi aventura de viajar al aire libre y con el riesgo de ser desalojado. Mas que una necesidad; era una pasión, la pasión de sentir la libertad y de gozar con el triunfo de haberlo logrado. De volver a nacer y de existir el tranvía; lo volvería a hacer, por ahora solo me queda esperar o quizás prenderme del estribo del tiempo y viajar a lo largo de mi amada ciudad y contemplarla desde un rincón de mi alma con calma y serenidad, esperando que algún día quienes tienen el poder, entiendan que no todo es solo recuerdos y leyendas, que hay cosas para valorar y tener en cuenta, como es el caso del tranvía, que lejos de ser algo del pasado es una necesidad del presente y una manera de hacer bien las cosas. Lima se merece un mejor trato, un transporte digno y que a la vez invite al turismo. No en vano, muchas importantes ciudades del mundo utilizan el tranvía como medio de transporte y también como una atracción turística, como es el caso de: San Francisco, Bilbao, Paris, etc.

sábado, 9 de junio de 2012

Nonone


NONONE…………………

Para muchos este nombre, debe sonar a nada o a algo sacado del rico vocabulario popular, pero ni lo uno ni lo otro. Se trata nada más que de uno de los personajes más emblemáticos de la Lima de los años cuarentas y cincuentas. Reinaldo Nonone Vivanco, un moreno originario de la ciudad Chincha, Cabo de la División Motorizada de la Guardia Civil del Perú, que era el nombre con el que se conocía a la actual Policía Nacional del Perú.
Este personaje “limeño”, hizo un arte de su profesión, al extremo de convertirse en todo un símbolo dentro de la sociedad capitalina. Para los limeños era parte de la vida cotidiana, el verlo actuar en las calles y esquinas gesticulando a brazo batiente para dirigir el transito vehicular que para aquel entonces gozaba de buena fama, a comparación de nuestros días en donde solo falta graduarse de maleante para poder conducir un automóvil.
Espigado moreno de un metro ochenta aproximadamente y de fina estampa, hacia gala de un carácter a prueba de histéricos porque por encima de todo sobresalía su alto sentido de la educación y las buenas maneras. Era capaz de controlar los peores desbordamientos de la alteración del orden que no faltan cuando un conductor se exalta por algún desatino cometido por otro, que decidió obviar las reglas de transito y dió rienda suelta a su falta de civismo. Para Nonone, resultaba ser la mejor oportunidad para hacerle recordar de la mejor manera: cual era la forma de conducirse ante el prójimo y ante al autoridad. Este cabo con visos de general, solía ser una dama en cuanto a maneras y cordialidad, pero también un intransigente en el respeto por la ley, para Nonone no existían privilegios para nadie, tanto es así que: un día de esos en que se presenta la oportunidad de hacer ejercicio del deber, este personaje se encontraba en su quehacer cotidiano, un domingo por la mañana que por costumbre en el centro de la ciudad de Lima, el transito vehicular era casi inexistente allá por el año cincuenta y dos. Resulta que el entonces presidente de la republica: Don Manuel Apolinario Odria en circunstancias en que circulaba con dirección a palacio de gobierno en su automóvil conducido por su chofer, quien decidió ingresar por el Jr. Conde de Superunda en sentido contrario, pero al llegar a la esquina con el Jr. Camaná este se dio con la extensa figura del cabo Nonone, que sin más ni más le hizo el alto, a la vez que le indicaba con sus largos brazos que asemejaban aquellas aspas de molino, las mismas que ilustraban al Quijote de la Mancha, que cambiara de dirección, a lo que el chofer descendió del vehículo que dicho sea de paso estaba solo y sin comitiva y le dijo: ¡oiga! es el presidente de la republica ¡ así que quítese del medio y déjeme pasar. A tamaña grosería y desacato a la autoridad, Nonone contestó: si es el presidente de la republica, debería de dar el ejemplo y a lo que a mi respecta, por acá no ha de pasar, porque las normas se han hecho para cumplirlas y ese es mi deber como policía. Dicho esto, Don Manuel Odria, descendió del automóvil para estrecharle la mano y felicitarlo. Desde aquel entonces, cada vez que Don Manuel Odria pasaba por algún lugar en que se encontraba de servicio el Cabo Nonone, bajaba de su vehiculo para estrecharle la mano. Esto por increíble que parezca.
Esta es una historia sacada de aquella Lima bañada en civismo y respeto, una historia real que debería ser contada a los niños y jóvenes de hoy para que sirva de ejemplo a seguir.
Lamentablemente estas cosas son olvidadas y sepultadas por la falta de interés de las autoridades en resaltar los valores y los buenos actos que una vez no rigieron y que hoy se encuentran ausentes en los textos y diccionarios.
Hombres como este, son los que escriben la historia, de los que señalan el camino, aquellos que se perennizan en el tiempo porque supieron cumplir con su deber con la debida mesura que exigen; el civismo y la decencia.
El Nombre de Reinaldo Nonone Vivanco, debería ser tomado por las autoridades como guía para las futuras generaciones y no olvidarlo como lo han hecho en tan poco tiempo de haber dejado este mundo.
Para mi modesto criterio, este soldado de la sociedad, debería ser objeto de homenajes y ser tratado como un símbolo de honestidad, que estimule a los nuevos policías a seguir su camino tratando de superarlo, para enseñar con el ejemplo, un ejemplo ha de perennizarse en el sentimiento popular. Hacer que nuestra policía aprenda a cambiar su arma de fuego por: la vara de la ley, que no distingue clase social, color o religión.
Para mi modesto entender, el Congreso de la Republica debería de crear la orden al merito policial en el grado de: EL CABO NONONE. No hay mejor ejemplo del cumplimiento del deber y la inmaculada concepción de lo que es honestidad y civismo que el.
Nonone era quien que hizo verdadero uso de aquella frase que rezaba así: EL HONOR ES SU DIVISA, Nonone si sabia divisar el honor.
Rescatamos a este personaje, de entre los resquicios de una Lima señorial que se caracterizaba por ser cuna de grandes personajes, que en todos sus estratos sociales tenían mucho que aportar a la cultura y ala sociedad que se desarrollaba en un clima de respeto en sana convivencia con sus costumbres y su multicolor mosaico étnico, emblema señero, que mostraba al mundo una riqueza de incalculable valor histórico.
En nuestros días se han trastocado los valores, que una vez fueron nuestra carta de presentación ante el mundo, pero rescatando a estos personajes y amándolos a través de la literatura, podremos aprender a emular estos comportamientos, que nos pueden hacer renacer como una sociedad culta, en donde la juventud pueda crecer y desarrollarse en un clima de paz que estimule el arraigo y el amor por su ciudad, sus costumbres, historia y así le pueda devolver la belleza y el esplendor que un día tubo y perdió por el descuido de las malas autoridades, que nunca se preocuparon por la educación y por difundir los valores que son fundamentales para el desarrollo de una civilización.
Que el Cabo Nonone, no sea un simple recuerdo, si no que viva en el presente como ejemplo a seguir, que sea el estimulo que tanta falta hace a nuestros jóvenes, que pueda ser el hito de donde podamos comenzar a pensar diferente y cambiemos lo malo por lo bueno. Amemos lo nuestro con la misma intensidad que nos amamos.
Gloria y eterno recuerdo a: “El Comandante Nonone”