sábado, 26 de mayo de 2012

Hecha la Ley Hecha la Trampa



Hecha la ley, hecha la trampa. Reza un antiguo refrán, que en esta oportunidad nos cae como; “anillo al dedo”
En la época colonial, era muy común observar en la arquitectura monacal, la falta de una torre.
Por lo general las iglesias de aquellos tiempos, solían tener una patrón arquitectónico muy peculiar y a la vez común. Todas las edificaciones presentaban dos torres en su diseño general, con las excepciones que toda regla tiene.

Como de nuevas tierras y mundo se trataba, la corona española sembró iglesias en todos los rincones que pudo del continente Sudamericano.
El Perù  y Lima que eran el eje central de su nuevo imperio; no podían estar en un segundo plano por lo que la corona que estaba asociada a la iglesia como el mar a la playa, procuraban una partida de dinero especial para la evangelización y por ende, para la edificación de templos.

El asunto consistía en que: mientras la iglesia no estuviese terminada, oleada y sacramentada; seguiría percibiendo la ayuda económica para poder continuar con su edificación.
Claro esta que esta condición, llevo a los curitas a inventarse una maña para procurarse “el pan nuestro de cada día” Por tanto vieron que si dejaban una torre a medio construir, podían tener una buena excusa para seguir siendo merecedores de la “gracia divina”

Es así que como mencionaba al comienzo; era muy común que a las iglesias de Lima en donde es mi escenario autorizado para opinar: les faltara una torre.
Esta mala practica se termino, cuando España dejo poder y llego la “independencia”
Los nuevos gobernantes, si bien continuarían apoyando a la iglesia incondicionalmente y viceversa, ya no contaban con un presupuesto tan holgado como para continuar con este apoyo. Así que gradualmente las iglesias fueron acomodándose al nuevo régimen y algunas terminarían de construir su torres a tirones y jalones y otras en donde la parroquia propiamente dicha no era muy solvente, se quedarían con una torre de menos.

Cabe señalar que: esta maña era practicada mas que nada, en los templos de pequeña envergadura y trascendencia, sin que ello quite que los grandes, también se sumaran a la “beneficio”

lunes, 21 de mayo de 2012

La Casa del Alcalde



Cuando se fundo la ciudad de Lima, Francisco Pizarro trazo los solares que debía adjudicar a las personalidades que lo acompañaban y formaban parte de su entorno, a si como los que corresponderian a la sede del gobierno, iglesia catedral, cabildo y demás entes, según se estilaba en aquellos tiempos.

Entre los beneficiarios se encontraba: Don Nicolas de Ribera El Viejo: amigo personal y socio de la conquista de Pizarro.
A este personaje se le adjudico un solar ubicado frente a la “Casa de Pizarro”Vale decir que: estaba ubicado al otro lado de la plaza de armas. Con el pasar de los años y con la finalidad de dejar espacio para un mejor desarrollo gubernamental; Don Nicolas, decido mudarse y escogió otro solar para edificar su casa.
Este nuevo solar se encontraba nada mas y nada menos que: frente a la iglesia de Santo Domingo y parte de el colindaba con la plazuela del mismo nombre.

Lamentablemente el descuido, la ignorancia supina, la corrupción y demás lacras , hicieron que este inmueble sucumbiera y D E S A P A R E CI E R A del mapa. En medio del secciona miento, desmembramiento, mal uso y olvido, tuve la suerte de conocerlo y reconocerlo.
Estaba rentado a las entonces Empresas Electricas. Ahi funcionaban sus oficinas y en la parte contigua que da a la plazuela de Santo Domingo, mi abuelo tenia una fabrica de muebles, la misma que se encargo de fabricar los muebles que de estilo que se pueden apreciar hoy en día en: palacio de gobierno, palacio de la injusticia, palacio arzobispal y otros.

Al fondo del “local” había una parte en ruinas, a la cual dedique muchos años de mi vida a investigar sobre su pasado. El resultado fue: estremecedor, porque ahí habían reliquias y pruebas fehacientes de la riqueza del lugar, las mismas que denuncie y las que cayeron en saco roto.
Las Empresas Eléctricas, eran las que tenían la propiedad a su cargo, el mismo que estaba declarado como; monumento histórico pero al mismo tiempo operaban las oficinas de dicha empresa, en la que la construcción original, había sido totalmente destruida y en su lugar solo se podía apreciar un modernismo desmesurado, insultante y vejatorio.
Por mucho tiempo, tuve en mi poder: rejas, puertas y cerámicas sevillanas con el nombre de nuestro personaje grabado en ellas. Lamentablemente me fueron robadas y no pude conservar nada en mi poder. Mi intención era de que se exhibieran en alguna parte, pero a nadie le importo hacerlo.

Este es un crimen histórico, como muchos por el que nadie pagara, esa maldita impunidad y esa maldita ignorancia, que mata en silencio a la historia.
Es difícil que alguien pueda comprender, la rabia que siento y la impotencia que me carcome por dentro.
Siento vergüenza ajena al escribir este articulo; pero puedo asegurar de que: no todos los peruanos somos así. Pero lo que no lo somos...No tenemos el poder.


sábado, 12 de mayo de 2012

Un Abrazo a la Historia


Lloraba desconsoladamente, dando vueltas en circulo y aterrado, por haberme “perdido”En medio de mi tragedia, me “abrase” a alguien que tenia muy cerca de mi: me abrase a un inmenso árbol y ahí me sentí mas seguro.
Mi abuelo estaba detrás de mi y contemplaba mi “drama” esbozando una sutil sonrisa, apenas tenia dos años de trajinar por las vías de la vida y creo que esta debe haber sido la primera de mis amargas experiencias.

Aquel árbol, era uno de los seis centinelas del lugar que ya llevaban allí, algo mas de cuatrocientos años, viendo crecer y morir a generaciones tras generaciones, sabiéndolo todo y siendo testigos de la historia. Habian sido seis, pero la ignorancia y su zaña, mataron a los otros.
Sin quererlo ni saberlo: me había abrazado a la historia, si a la historia misma de una parte de la ciudad. Estos tres arboles pertenecientes a la familia de los ficus, son los mas ancianos de la ciudad después de la famosa “Higuera de Pizarro” Fueron plantados en el año 1550 cuando Don Nicolas de Ribera el Viejo, quien fuera el primer alcalde la ciudad de Lima aun estaba en funciones en el periodo señalado por su ultimo ejercicio.

Estos tres “tíos queridos”se encuentran en la plazuela de Santo Domingo, que esta ubicada frente a la iglesia del mismo nombre. Son ellos los que alguna vez me han contado cosas, que mucha gente no conoce, me han hablado y susurrado al oído; en medio de la noche, de los atardeceres, aquellos que llegaban con las seis campanadas de la Iglesia y que eran el preludio para que el canto de miles de gorriones, anunciaran que : el sol se iba a dormir y ellos también.

Con esa magia y ese encanto fui haciéndome merecedor y copartícipe de la historia de un ciudad, que solo duerme cundo yo duermo y solo vive cuando yo lo siento.

Cuatrocientos sesentaidos años han pasado y aun están ahí, firmes y erguidos. Acunando los sueños de los gorriones, los míos y los de muchos mas que han de venir.
Muchos piensan que tan solo son: mudos testigos, seres inertes, sin voz y sin expresión alguna, pero no; son seres que expresan, sienten y pueden comunicar, solo hay que saber escuchar.
Ellos tienen nombre yo los bautice: Nicolas, Francisco y Josè Antonio, en honor de:
Nicolas de Ribera primer alcalde de Lima, Francisco Pizarro, fundador de la capital del Perú y Josè Antonio Manso de Velasco; uno de los virreyes que mas obra realizo y al que le debemos la reconstrucción de la Lima que hoy conocemos.

Me siento reconfortado y reconciliado conmigo mismo, por haber hecho mención de estos tres “personajes” tan importantes de nuestra historia limeña.
Mi abuelo siempre me decía:
Cuenta y repite la historia como yo te la cuento, para que nunca se olvide y para que este siempre viva.

La fotografiá y el grabado que acompañan este articulo: expresan el antes y ahora.