miércoles, 29 de septiembre de 2010

Amor Limeño

Sentado en la alameda, contemplando tu hermosura, tu garbo y tu lisura. El perfume de tus flores y el secreto de tus grandes amores.

Soy tu confidente y sin duda alguna, tu admirador mas ferviente. Aquel que se oculta bajo la luz de la luna, para robarte todos tus secretos de manera irreverente.


Ladrón incorregible de todas tus memorias. Guardián perpetuo de tus glorias penas y alegrías, de tus mejores días.

Un trovador, perdidamente enamorado y atrapado entre los pliegues perfumados de tu amor.


Un loco soñador que abraza la ilusión, de seguirte amando cada día mas y mas con la fuerza de su loco corazón.


Una rosa y un clavel: es el regalo de tu amante más fiel.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Vamos a Jironear...........




Esta expresión, fue muy conocida en la Lima de antaño. Aquella que nace en los mil ochocientos sesentas…….Cuando nace el emblemático Jirón de la Unión. Una arteria que nace con historia y carácter simbólico muy importante.

Luego de lo actuado en materia urbanística en tiempos de la colonia y con los ensayos dados por los gobernantes españoles. Llega la época republicana y con ello nuevas ideas y sugerencias. Unas desechadas y otras descabelladas. Pero, una de ellas fue la elegida y la que hasta ahora nos rige y acompaña.

Fue en el año mil ochocientos sesentidos, que se aprobó una moción presentada por: Mariano Bolognesi Cervantes y Manuel Atanasio Fuentes. El primero, hermano del héroe peruano de la guerra Anglo-chilena; Francisco Bolognesi y el segundo: periodista especialista en sátira política.

Luego de largos debates idas y venidas dimes y diretes. Porque eso es parte de la política de ayer hoy y siempre. Y, quien no comparta la idea: que me lo haga saber. Se firmaba la partida de nacimiento del nuevo sistema de nomenclatura que regiría en adelante y hasta nuestros días.

Luego de haber tenido una Lima pequeñita y con un nombre propio para cada calle. Casi como en un pequeño cofre joyero sutil y forrado en fino cuero. Pasamos a los jirones y avenidas. Como cuando cambiaban las niñas, los lazos y las trenzas, por los moños y las peinetas. Dando a conocer su paso de niña a mujer.

Lima creció, pero aun era pequeña y tenía el encanto de su llanto y el de la suave brisa de su vida sin prisa. La de su primera y última misa, la de su farol y sereno, la de su cochero y arriero. Aquella la de los jazmines y claveles en el pelo, la de la lisura que derrama la “flor de la canela” Y porque no………. la del menudo paso que la lleva por la vereda que se estremece al ritmo de su cadera.

El Jirón de la Unión .-

Siempre existió. Solo que cada una de sus cuadras tenía un nombre. Desde la primera que se llamaba: Puente de Piedra, (del puente a la alameda….) luego venia la Calle de Palacio, el Portal de Escribanos (frente a la Plaza de Armas) Mercaderes, Espaderos, La Merced (iglesia de la Merced) Gurmendi y luego Baquíjano (dos personajes de talla que vivieron en distintas épocas). Boza, por los marqueses de Boza. Luego en la época correspondiente a la independencia del Perú, la Plaza San Martín, en homenaje al “libertador” La siguiente con el numero once, la de Belén por el colegio de monjas del mismo nombre. La última cuadra es en donde terminaba la ciudad y estaba adyacente a la muralla y cuyo nombre era conocido como: Juan Simón.

Estas once calles, existieron desde la fundación de Lima en mil quinientos treinticinco y constituyeron en su conjunto la arteria más importante de la ciudad.

Basándose en esto y tomando como referencia El Jirón de la Unión, se comenzó con la nueva nomenclatura. Es así que:

Todas las calles paralelas al río Rímac, (de este a oeste y viceversa) llevarían el nombre de un departamento del Perú. Siendo el número superior de departamento al de los jirones, se adoptaría un sistema muy peculiar: El Jirón de la Unión, sería el punto de partida y de encuentro de cada jirón. Para mejor saber: el Jirón que corría de este a oeste, con un nombre, partía del Jirón de la Unión y a su vez nacía otro en dirección en la dirección opuesta, Con el nombre de otro departamento.

Es por esta razón: que lleva tan emblemático nombre. Pero el Jirón de la Unión, es mas que eso y ameritará un nuevo articulo para hablar de el mas ampliamente.

Este criterio, también se aplico para la numeración de las cuadras. La cuadra uno, siempre tenia su inicio en el cruce con el Jirón de la Unión. En un sentido y en el otro

En cuanto a los jirones que deberían cruzar “los departamentos” Se estableció que llevarían nombres de provincias. Los mismos que correrían de norte a sur y lo contrario

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sábado, 11 de septiembre de 2010

Historia de las Calles de Lima Antigua Segunda Parte


Lima, no era un enjambre de calles y edificios, ni tenia aires de gran urbe y mucho menos recodos y embrujos callejeros. Era un villorrio, que se abría paso en medio de un maravilloso valle, vigilado por montañas y un extenso desierto. Bañado por un río que hablaba, refrescaba y enverdecía lo que a “su paso dejaba” pero... ¡Eso si! ya tenia, “aromas de mixtura” Olía, a flor de amancaes, Jacaranda, lúcuma y florecillas silvestres hijas del Sr. Rímac, quien con esmerado celo, se encargaba de su cuidado.

En medio de ese pequeño paraíso, comenzaba a erigirse la ciudad que hoy conocemos como Lima. Ahí, en la rivera del río hablador, al abrigo de sus calidas y abrigadoras playas, bajo las sombra de sus árboles, comenzaba a crecer un sueño llamado: “Ciudad de los Reyes “

Porque………Nació con ese nombre. Noble en su estirpe y noble en su cuna, como una reina. Sin soberbia y sin desden, pero sí, con elegancia y altivez.

Para ese entonces, Lima era un asentamiento rural, de terrenos rústicos. Las pocas manzanas conformadas por solares, si bien crecían ordenadamente, formando calles por su cuadriculada ubicación: mantenían un aspecto semejante al ya conocido lejano oeste norteamericano, por las polvaredas que se levantaban, ya que no existían pistas ni veredas Alguna que otra acequia y un mar de polvo eran el panorama inicial en que se desarrollaba la vida de aquel nuevo poblado.

Con el correr de los años y ya en el año 1789, ciento setentiseis años después del empadronamiento ordenado por el virrey Juan de Mendoza y Luna y doscientos cincuenticuatro desde su fundación. El Visitador del Perú, Jorge de Escobedo y Alarcón, ordeno un nuevo empadronamiento, pero con la finalidad de: dividir a la ciudad en cuarteles, zonas y barrios. Con la novedad de ponerle numeración a cada solar. Si bien esta, no presentaba una ascendencia o lo contrario a lo largo de la calle, si pretendía adjudicarle un numero determinado para su identificación.

Se mando confeccionar unos azulejos en fondo amarillo y con letras azules, en el que iba grabado el número. Los mismos que se colocaron en la parte superior de la propiedad.

De la misma manera se procedió con las calles, instalándose en la parte superior de cada esquina; un azulejo con el nombre correspondiente.

Pero aun no existían veredas ni calzadas. Hasta que en el gobierno del Virrey José Fernando de Abascal y Sousa, Marques de la Concordia de 1806 a 1816 se comenzó el empedrado de las calles. Que ya eran de una extensión basta y sobrepasaba las ciento diecisiete manzanas, estipuladas en el acta de fundación.

Nuevas obras, nuevos problemas. Si, fue el dolor de cabeza de los cocheros, que no tenían sus coches hechos para rodar sobre piedras, lo que ocasionó todo un terrible martirio, para estos servidores del transporte y un negocio redondo para los “mecánicos” de la época, que hicieron su agosto con los trabajos de refacción

La Señora Lima, comenzaba a vestirse con sus mejores galas. Se pondría más romántica y más finamente coqueta.

En aquel tiempo. Se hacia imperiosamente necesario: el ordenarse y desarrollar nuevas ideas en beneficio del ciudadano.

Pero……cincuentiseis años mas tarde. Sucedería algo que cambiaria el contexto vial utilizado hasta ese momento en el corazón de la Reina de las Américas. (Perdón por si alguien se incomoda con este nuevo titulo) Soy un eterno enamorado y no me canso de alagar a quien amo………….ella, Lima. Ha sido, es y será mi eterna novia, amante y confidente.

En 1862, se comenzó a utilizar un nuevo criterio en la denominación de los nombres de las calles, su extensión y dirección. Algo que continuaremos en la próxima edición.