domingo, 25 de julio de 2010

Limeño Enamorado


Limeño Enamorado


Como no enamorarme de ti. Si en una noche de ensueño, me quede dormido, entre los encajes de tus balcones y las tenues sombras de tus faroles. Arrullado por el suave murmullo de tu amante hablador.

Como no gritar este amor, que lo llevo escondido, en un rincón de mi corazón, que se quedo perdido entre las estrechas calles de mi ilusión.

Lima, amor de mis amores. Capital de los conquistadores, de pregoneros y señores. Cuna de bardos cantores y escritores, que impregnaron tus callejuelas con historias de mil amores.

Lima, que aun conservas tu encanto bajo el implacable velo del tiempo. El aroma y el color de tus geranios, jazmines y pensamientos. Como regalado al viento, el mejor de tus sentimientos. Entre zaguanes y callejones todavía escondes los secretos de grandes amores de tu historia y tradiciones.

Caballeros de fina estampa, morenas de color canela, limeñas de menudo andar. Que aun suelen pasear, por tu puentes, quintas y alamedas. Con el embrujo de un sueño y el encanto de tu único dueño...Perú.

sábado, 24 de julio de 2010

La Tapada


LA TAPADA

Curiosamente, entre las tradiciones y la historia del Perú, aparece un personaje muy interesante, rico, peculiar, emblemático y misterioso, del que no se habla, mas que de manera superflua. Sin embargo su presencia y en especial en la ciudad de Lima, tiene una duración, de nada mas ni nada menos que de tres siglos. Dicho esto en buen romance, hablamos de trescientos años, un periodo bastante largo, tanto como para convertirse: en un símbolo y una imagen casi indeleble entre todas las cosas que forman el aroma y el encanto de una Lima virreinal.

Según nos cuenta la historia y las tradiciones de Don Ricardo Palma, este personaje apareció aproximadamente hacia el año 1560 que viene a ser el siglo XVI y perdura hasta el siglo IXX, hasta mediados de 1860. Convirtiéndose en sinónimo de leyenda y arrastrando con ella un sinnúmero de mitos, pasiones, misterios y controversias que ni el mismo clero pudo subyugar, desafiando a la mismísima Santa Inquisición, que por aquellos tiempos era el terror de todos los mortales. Es aquí en donde nace, nuestro gran interés por este personaje, emblemático, entrañable y misterioso, del que vamos a hablar con mucha frescura y desenfado, intentando hacerle un poco de justicia en el tiempo y en el lugar que le corresponde. Nuestras investigaciones, nos han llevado por muchos caminos, llegando hasta las tierras de Andalucía en España, en un trayecto de ida y vuelta que termina en Lima capital del Perú.

Extrañamente, esta misteriosa dama. Solo tiene presencia en Lima y no en otras ciudades que fueron parte de la conquista española en América. Algo que la hace especial y emblemática. Pero sus razones tiene y son las que argumentan su existencia en la capital de las tres veces coronada ciudad de los reyes.

Los españoles llegaron al Perú, con todas sus costumbres y medios para hacerse de una vida llevadera y más acorde con sus hábitos y su cultura.

Muchos piensan que llegaron con sus esposas, hijas, y toda la parentela a cuestas. Pero esto no fue así. Primero fueron solo hombres, quienes arribaron sin más compañía que sus pertrechos y unas cuantas prendas de mal vestir, para enfrentarse a un mundo nuevo y desconocido.

Con el pasar del tiempo y de los años y luego de haber tenido contacto con las mujeres del lugar, en las cuales engendraron hijos, tuvieron romances y con las que se establecieron formando algunas familias, Comenzaron a llegar las mujeres del otro lado del mar. Mujeres que en su mayoría por no decir en su totalidad, eran esclavas moriscas, (moro convertido al cristianismo). Estas mujeres que pertenecían a la generación de los moros que conquistaron y dominaron a España durante ochocientos años y que luego fueron expulsados, en el año 1942, el mismo año del descubrimiento de América.

Estas mujeres venían de tierras andaluzas, pero ya convertidas a la religión católica y con costumbres entremezcladas entre la cultura ibérica y la mora. Es así que sus atuendos y vestimentas, guardaban mucho de sus ancestrales costumbres, pero también mas liberales que en sus comienzos.

Con el devenir de los años también llegaron algunas mujeres españolas, producto de los casamientos y parentescos, que animadas por la novedad de un nuevo mundo, pasaron a formar parte de la pequeña sociedad limeña. Una sociedad de sangres entremezcladas. Que van desde: indígenas, moras, e ibéricas con blancos y entre si, agregando luego la raza negra De ahí que nace aquel dicho popular tan conocido como…… Quien no tiene de inga, tiene de mandinga. Estos dos vocablos se pueden traducir de la siguiente manera: Inga, vocablo quechua que hace referencia a una piedra y mandinga, es un vocablo africano que se refiere al hombre venido de esas tierras.

Con esta pequeña explicación, nos ponemos más en autos para poder descifrar un poco la aparición de nuestro personaje en mención.

Según cuentan las crónicas de la época, La Tapada, hace su aparición con motivo de las festividades religiosas y en especial la de la orden franciscana, que solía, realizar una comida para la gente pobre, en el día de la porciúncula, que se celebraba en el mes de agosto.

Un buen día de esos, hacen su aparición en el convento de los padres franciscanos, dos damas ataviadas, con un atuendo nunca antes visto en aquellas épocas. Estas misteriosas mujeres, se presentaron en el convento. Ataviadas con los trajes de la época, pero con una peculiar novedad que era: la mantilla o manto, cubriéndoles la mitad del rostro. Su intención no era mas que la de hacer un donativo a los religiosos, destinado a ayudar a los pobres y desvalidos. Este gesto de las dos incógnitas damas provoco la admiración de los sacerdotes, que lejos de presagiar una futura moda, se limitaron a encomiar tal desprendimiento, hecho bajo identidades ocultas para un noble fin. Cosa que luego se hiciera costumbre. Después del chismorreo del populacho, que lo hizo correr como reguero de pólvora a lo largo y ancho de la pequeña ciudad. Luego de este inusitado pasaje que quedara indeleble en las retinas de los feligreses y de la curia en general, se comenzó a dar paso a una nueva etapa en el trajinar femenino de aquella época.

Luego de unos meses, comenzaron a aparecer en la escena cotidiana, otras damas con los mismos atuendos, (o quizás las mismas) que dicho sea de paso; ya habían ganado una imagen de personas caritativas y generosas, aplaudidas por el pueblo y por el clero. Pero ello también dio paso a una nueva técnica de conquista femenina, con sus derivados incluidos.

La Tapada, vestía con una falda de seda en colores: azul, verde o negro, llamada saya, para cubrir la parte inferior de su cuerpo. En la parte superior llevaba una blusa también de seda, que podía de algún otro tejido según la estación y en colores diferentes o iguales a la saya. Luego tenemos el fular, mantilla o velo de color negro o azul que le cubría la cabeza y la mitad del rostro, llegando hasta la cintura en donde estaba enganchado a un cinturón de tela. Los zapatos de seda bordados, en colores; negro o azul. El velo o fular, era el elemento principal de su atractivo, pues solo permitía ver la mitad del rostro y el resto, para la imaginación.

Este atuendo dio paso a una especie de liberación femenina, en la que muchas mujeres encontraron la manera de conquistar corazones, derretir témpanos, arrancar frases, piropos y suspiros a rabiar. Pero también para averiguar las andanzas de muchos caballeros que a la sombra de un buen nombre, hacían de las suyas, pensando que sus fieles mujeres los esperaban inocentes en sus hogares, sin enterarse de nada. Se convirtieron en el terror de muchas otras mujeres, que tenían que lidiar contra un peligro sin rostro, contra un enemigo desconocido, que inquietaba a los hombres de todos los rincones de la ciudad.

Las Tapadas, también “destapaban” los malos pasos de la parentela como por ejemplo: su padre, su hermano, cuñado, tío y demás miembros del regimiento familiar. Quienes a veces se inspiraban y se lanzaban con todo ante una bella tapada, sin sospechar a quien tenían delante de ellos. Tenían una presencia, casi divina porque podían estar en un lugar viendo, escuchando y juzgando, sin poder ser identificadas.

Con su gracia y garbo al andar, lograron cautivar a toda una ciudad, convirtiéndose en símbolos de una época, que evoca al romance, sin que esta se la principal de sus virtudes.

Su peculiar atuendo sacado una vez mas de la imaginación y creatividad peruanas y también de la galería de atuendos femeninos andaluces. Porque es innegable la influencia hispano morisca y en especial de la región de Andalucía, la que inspirara ha estas mujeres en crear un atuendo, fuera de todo contexto y toda copia.

La Tapada, un gran mito, para una pequeña ciudad, que vivió en el sueño, de una historia muchas veces mal contada o quizás mal hablada, pero que sobrevivió a los embates del tiempo, quedando plasmada en las acuarelas de Pancho Fierro, en las tradiciones de Don Ricardo Palma y en el rincón de los ensueños de quienes aman y recuerdan lo que no vivieron. Pero que si entendieron, de un pasado que a veces quiere ser controvertido, pero logra aferrarse a la dulce y tibia caricia de la tradición, que aunque muerta. Aun respira, aspirando los aromas de un amanecer, entre matas de jazmín, claveles, madreselvas y pensamientos.

Menudo pie, la lleva por la vereda que se estremece, al ritmo de su cadera……….Reza la canción de Chabuca Granda, titulada La Flor de la Canela, que aun que, inspirada en una morena, nos habla del pie pequeño de la limeña de antaño, de la cadencia, el ritmo al andar, la gracia al mirar y tantas otras gracias de una mujer que aun vive escondida entre los resquicios del tiempo. Bajo la tenue luz del farol del romanticismo, el recuerdo y la gracia de su estirpe de muchas sangres.

La Tapada, un sello indeleble, de nuestra historia que aun parece andar ocultándose bajo el abrigo de un zaguán, tratando de atrapar a algún Don Juan, que al acecho anda por las estrechas callejuelas del tiempo y de los sueños de aquellos limeños.

La Tapada, una mezcla de divino con pagano, una diosa terrenal, medio angelical medio demonio, sin mediar matrimonio. Una reina andante de pie y carruaje, con mantón de Manila, sin nombre de pila, pero bien conocida y tildada de Tapada.

viernes, 16 de julio de 2010

Callejon de un Solo Caño Segunda Parte


CALLEJÓN DE UN SOLO CAÑO - SEGUNDA PARTE

Como todas las cosas que son propias de este mundo, en el que no se le reconoce merito y relevancia a la mayoría de artistas, lugares y hechos que escriben la historia. Si no hasta cuando ya forman parte de la posteridad y se les otorga el lugar que merecen. El callejón no podía ser la excepción, pues en sus inicios y a lo largo de su existencia, siempre fue visto de manera despectiva, por aquellas clases sociales de mayor rango, que en su superfluo vivir, no alcanzaban a valorar la riqueza cultural que en sus entrañas populares albergaba.

Hoy podemos decir y sabemos que: el callejón constituye, la fuente de nuestra cultura. En aquellos recintos muchas veces sórdidos y plagados de miseria monetaria pero de una gran riqueza espiritual, envuelta en papel fantasía hecho de sentimiento y corazón. Nacen los acordes de una canción, la caricia y la dulzura de nuestros dulces limeños. Las viandas mas exquisitas que hoy deleitan a nuestros paladares.

De nuestra comida, podemos decir: que todo el aporte gastronómico que vino de España, África, china, Oriente medio, Italia, Francia y otros lugares del mundo; en los callejones encontraron la magia de nuestras manos limeñas, que los enriquecieron y lograron hacer de ella un verdadero manjar, por no decir una ambrosia bajada del mismísimo cielo. Esto, sin caer en un chauvinismo barato, si no mas bien, en un justo reconocimiento a quienes nos dieron lo que hoy tenemos.

De los callejones, nacen: los pregoneros, los serenos, los aguateros, los afiladores, turroneros, el chisme, la bronca y el faite. Haciendo hincapié en que fue la cuna sagrada donde naciera nuestro delicioso Turrón de Doña Pepa, endulzador popular de la fe católica, patrimonio culinario de nuestra patria y único en su género.

Sin olvidarnos que, de los callejones nacen las nuevas palabras que enriquecieron el argot popular y callejero que hoy forman parte de nuestro idioma y están dentro de la legalidad, ya que han logrado ser aceptadas por la Real Academia de la Lengua Española, como parte de nuestra identidad lingüística, dándonos un valor idiomático enriquecido, peculiar y vasto, que nos hace especiales y con una identidad internacional, que nos reconoce como un país, con un buen manejo de la lengua venida de las tierras de Castilla.

Como podemos apreciar, el callejón, fue el tamiz por donde pasaron nuestras letras, gastronomía, música, las artes en general y también el crisol, en donde se fundieron todas las razas de nuestra Lima.

A diferencia de nuestros días, en que la pobreza ha devenido en violencia, falta de respeto por la vida y por el prójimo, la gente pobre de aquel entonces, desato su furia y frustraciones de desigualdad social y aposto por: la alegría, la creatividad, la camaradería, la solidaridad entre vecinos y amigos. Si no, pregúntenle a: Doña misia………….Peta, Lola, que eran las que regentaban el callejón, lo administraban y ponían “0rden” Haciendo muchas veces de “padre confesor” Con el lleva y trae de la parroquia. Sin dejar de mencionar que también, fue cuna de famosos delincuentes como: Tatán y la Rayo, que marcaron época en la década de los años cincuenta y fueron ocupantes asiduos y “conspicuos” de las primeras paginas policiales de la prensa de aquellos tiempos. Sin pretender hacer apología del delito ni mucho menos, podríamos decir: que a pesar de ser personas al margen de la ley, no cargaban en sus actos; la maldad y perversidad con la que hoy sus sucesores actúan.

Podríamos decir que, Antiguamente: “Hasta en el delito, existían rasgos de decencia”

Hemos visto en este breve pasar por nuestra historia tradicional limeña, que nuestro pueblo de aquel entonces, mas que una carga social, fue un gran aporte para nuestra cultura y que los callejones de un solo caño: transformaron la miseria y su desventura, en riqueza cultural. Supieron vencer a la amargura con el antídoto de la jarana, la segregación social, con la creatividad, el hambre con la magia de la transformación culinaria de manos morenas, cholas, blancas y de toda inga y mandinga. (Inga, piedra (mandinga, negro de raza)

Todo un verdadero mosaico cultural y multicolor, que adorna el frontis de nuestra gran casa llamada Lima.

jueves, 15 de julio de 2010

La historia. Hay que vivirla y sentirla,para entenderla.

El Turronero


Eran las cinco de la tarde de cada día de la semana. Primavera, verano, otoño e invierno.

El turronero no podía faltar. Con su tabla sobre la cabeza, cargada de deliciosos turrones rellenos con miel, calientitos y recién salidos del horno.

Lo vi, hasta fines de los sesentas. Hoy solo forma parte del pasado.

miércoles, 14 de julio de 2010

"Callejon De Un solo Caño


CALLEJÓN DE UN SOLO CAÑO PRIMERA PARTE

Reza así, la letra de una popular canción criolla, salida de la imaginación de uno de nuestros más grandes poetas, decimista y artista de nuestra historia, como es: Don, Nicomedes Santa Cruz. Hoy no voy a hablar de este personaje que es casi un hito en nuestro historial artístico peruano, pero si vamos a dedicarle unas líneas a otro personaje, tanto o mas importante que nuestro Nicomedes. Aun que, este no es de carne y hueso, pero tiene mas alma que cualquier mortal. Se trata nada más ni nada menos que: del callejón, todo un símbolo popular de aquella Lima antigua, en donde florecieran, nuestras tradiciones, costumbres y todo aquello que nos identifica como sociedad. Cuna de oro de nuestros artistas, llámense estos: compositores, escritores, cantores, pintores, escultores, gastrónomos y todo aquello que tenga que ver con el arte en si. Sin olvidarnos que ahí nació una verdadera cultura de solidaridad y camaradería multicultural, étnica y humanista.

Los callejones, eran los lugares donde Vivía la gente pobre en épocas de la colonia española. Eran grandes extensiones de terreno cercado, donde había un sinnúmero de habitaciones, de diferentes dimensiones, según el tamaño de la familia que lo ocupara. Claro esta, que a veces estas no pasaban de tres piezas. Sus características mas relevantes, consistían: en que tenían pisos de tierra compactada, tanto en el interior de las habitaciones como en el exterior y solían tener como casi un emblema, en el centro de la calle: un pilón, nombre con el que antiguamente se le denominaba a esta especie de pila, hecha de piedra con un agujero, por donde emanaba el agua, que a su vez discurría por una acequia, que servia de desagüe. Con el pasar del tiempo, el agujero fue reemplazado por un tubo de hierro, llamado caño y este a su vez por un grifo o llave de paso, pero siempre conservo el nombre de caño, como muchas otras cosas que pasaron a formar parte de nuestro lenguaje popular.

Los servicios “higiénicos” consistían en un pequeño cuarto de menos de un metro cuadrado, donde solo existía un hueco en el suelo, que iba, directamente a desembocar a la acequia y donde los habitantes del callejón, hacían sus necesidades corporales.

El caño, pila o pilón, era el centro de reunión, ahí se lavaba la ropa, los utensilios de cocina, los platos, etc. Pero también servia para la higiene personal, la afeitada, la lavada de medio cuerpo y cuanto su imaginación pueda esgrimir.

Aquí se reunían a diario, los moradores del callejón, aquí discutían, se agarraban a los golpes, para arreglar cualquier entripado, también servia para la chismografía, el cuchicheo, la maledicencia, el amiste. Pero también era el lugar perfecto para realizar un conclave al aire libre y determinar el motivo, el lugar y los pormenores de la próxima jarana. Aquí se arreglaba todo, el caño era el comienzo o el fin de algo. Sin caño, no hay callejón y sin callejón no hay cultura callejera.

En el callejón, nace la chapa, el mote, el apodo, la criollada, la jerga, el dicho, la picardía, la enjundia popular en su máxima expresión. Pero principalmente, la esencia del arte, en todas sus expresiones, como ya lo hemos mencionado al comienzo de este articulo. Ahí cobra vida, la esencia misma del limeñismo, con un sello propio y de características inconfundibles, un verdadero sello de identidad, vale decir; el titulo oficial de ciudadanía de un limeño de pura cepa.

Quien no ha pisado un callejón, no puede auto proclamarse criollo o limeño mazamorrero, porque por que ahí podríamos decir que: le falta callejón.

En el callejón, se perfeccionan la guitarra y el cajón, se “cristianiza” al vals vienes, se le quita lo burgués, nace la marinera, con su primera y su segunda, como dijo doña facunda. Los bailes negroides venidos de Chincha, Cañete y alrededores, se estilizan y se mestizan, se hacen mas citadinos y ruidosos que en sus tierras de origen.

Diríamos que los callejones, eran verdaderas escuelas de bellas artes, santuarios de la sabiduría popular y fuente de inspiración de nuestros mas insignes talentos artísticos.

Las jaranas que ahí se celebraban, no eran fiestecitas de poca monta, ¡no! La cosa era en serio, de tres días como mínimo y con todos los ingredientes necesarios para el éxito total. Su majestad el PISCO, era el rey indiscutible y el personaje central del evento, no existía la cerveza, ni había sito para el ron, el whisky o cualquier otro menjunje. El pisco se bebía puro y de una calidad extrema, porque era traído directamente desde las haciendas aledañas, sin pasar por ninguna mano misteriosa que lo pudiera adulterar. Preparado o mejor dicho destilado de la variedad de uvas Italia. Todo un verdadero licor de dioses. Los motivos de una jarana, podían ser de cualquier índole: desde un nacimiento, un casamiento, una muerte, un bautizo, un noviazgo, un cumpleaños y todo aquello que pueda dar pie o motivo de una celebración.

Todo este contexto jaranero, no era nada más que el caldo de cultivo de la inspiración, para el contrapunto, la inspiración, la contienda artística, el enriquecimiento, de la copla o el artilugio musical. Si entre los concurrentes o exponentes, se encontraba alguien que no vivía en el callejón: esto servia de acicate para demostrar las bondades aprendidas o perfeccionadas en su barrio o en su callejón de origen, dando paso a una verdadera batalla de conocimientos, que enriquecían a un mas lo ya creado.

Inicialmente los callejones fueron la morada de los negros esclavos, luego esto fue cambiando y comenzaron a integrarse otros grupos étnicos, como: los mestizos, cholos, sacalaguas y toda la amplia gama de razas que enriquecen nuestra querida patria, exceptuando claro esta a los chinos y japoneses, que no entraban en el cuento.

En la segunda parte seguiremos develando todas las riquezas, de este santuario cultural llamado; CALLEJÓN.

A mis amigos lectores, los invito a sugerir los temas culturales que mas les agraden y de los que les gustaría, que se toquen en esta columna.

domingo, 11 de julio de 2010

Y...Recuerdo Que.............


Recuerdo que……Hasta los albores de los años mil novecientos setentas, en el día de la madres, todos los limeños de todas las edades. Solían portar un clavel en el ojal. Rojo para aquellos que tuviesen a su madre en vida y blanco, para aquellos que la hubiesen perdido. Usanza, que no distinguía clase social alguna.